Puse las manos en el frente y empecé a agitarlas para comprobar que no había nada delante mío. Luego me empecé a agachar para ver si había algo por el suelo.
-¿Qué se supone que estás haciendo?
-Comprobar que no hayas puesto nada justo enfrente mío –le respondí como si fuese lo más lógico del mundo.
-No hay nada –resopló impaciente.- Venga da un paso hacia la izquierda.
Lo pensé un momento, pero entonces de hice caso.
-Vale, ahora dos pasos al frente.
Lo hice, pero enseguida mis espinillas chocaron con algo duro de metal. Un banco.
Solté un gemido de dolor. Lo sabía.
-Muy maduro Bennet. –mascullé.
-Oye, yo te he dicho dos pasos. Tú has pegado dos zancadas. –me contestó, pero pude distinguir que estaba aguantándose la risa.- Vale ahora da unos cuantos pasos a la derecha hasta que notes que el banco se acaba.