-No me puedo creer que el de Biología ya
haya mandado el primer trabajo.
-Es para dentro de un mes, Soph.
-Ya lo se, pero aún así, es un amargado. ¿Es que él no ha sido adolescente?
-No se, chispa, tal vez paso de jugar
con los coches de juguete a abrir animales por la mitad. -bromeé.
-No me llames chispa. Ya no somos
pequeñas.
-¿Y? Me hace gracia como me referí a tu
pelo la primera vez que nos conocimos.
Sophie rodó los ojos.
-¿Donde estará Maica?
-No lo sé, pero como llegue tarde a
clase de Educación Física, la mato.
-Estamos hablando de Maica y la
Educación Física. Da por echo que, si no se fuga, llegará tarde.
Entramos al gimnasio del internado y lo
cruzamos para llegar a la puerta de los vestuarios. Quien quería se podía
cambiar ahí, y quien no se podía ir a su habitación a ponerse el equipo,
siempre y cuando no llegase tarde.
Si lo hacía, era persona muerta.
-¿Qué crees que haremos hoy? ¿Correr 10 kilómetros
seguidos o hacer 50 flexiones sin parar?
Me puse a malas penas la camiseta.
-Tratándose de Zelanzy, ambas cosas. -me
contestó Soph dando saltitos para ponerse los pantalones.
-Sabes, puede que sea el profesor de
gimnasia, pero jamás le he visto correr. -comenté.
-Disfruta demasiado viéndonos
sufrir.
Oímos el silbato y nos apuramos a
guardar nuestras cosas en las taquillas.
-Si, pero no me negarás que le sobran
algunos quilitos -le susurré antes de que abriese la puerta de los
vestuarios.
Soltó una risita y nos amontonamos
alrededor del profesor.
Maica estaba al lado de su hermano, un
poco más a la derecha de donde nosotras nos encontrábamos.
-Bueno chicos, como ya he dicho otros
años, de mi no esperéis que os de una charla de bienvenida. -su voz era potente
y áspera. Daba un poco de miedo, sobre todo cuando se enfadaba. Lo que venía a
ser casi siempre.- Solo deciros a los nuevos y recordaros a los de siempre, que
seáis puntuales como una reloj. Como alguien llegue tarde a mis clases, que se
vaya preparando para un trabajo duro en el cementerio o el jardín trasero.
Se iba paseando de un lado del corro a
otro, con las manos detrás de la espalda. Me recordó a uno de esos sargentos
militares dándole instrucciones a sus soldados.
-Este curso seguiréis practicando la
resistencia física. Creedme cuando os digo que os haré sudar –nos miró
malévolamente. O a lo mejor solo eran imaginaciones mías. Aunque opto por lo
primero.- Pero aparte de todo eso, os haré trabajar algo más importante que el
estar fuertes y saber defenderse de ataques. Algo mucho más esencial para la
vida cotidiana. Algo con lo que si se trabaja bien, os ayudará mucho de aquí en
adelante.
Hizo una dramática pausa, consiguiendo
lo que él quería, que estuviésemos bien atentos y callados.
-La confianza. –dijo finalmente.
Hubo un revuelo entre los alumnos. Yo me
quedé quieta en mi sitio, junto a Soph. Ninguna de las dos decía nada. ¿La
confianza? ¿De verdad era eso lo que nos iba a poner a trabajar el duro,
estirado y temperamental Zelanzy? Parecía demasiado fácil.
-¡Callaos! Sé lo que estáis pensando.
¿Qué tiene que ver la confianza con la Educación Física? En realidad nada. Pero
mi objetivo es que cuando acabemos de trabajar este punto, sepáis confiar en
las personas correctas. Y, al mismo tiempo, no llegar a ser tan desconfiado con
otras. Porque todos los que estamos aquí somos un colectivo, y todos tenemos
que aprender a confiar entre nosotros, ¿estamos? Incluso en mí.
-Vaya, eso a sonado cursi hasta viniendo
de él. –le susurré a Soph divertida. La verdad es que no me desagradaba la idea
de trabajar la confianza. Y como seguramente era un trabajo por parejas, me lo
ponían mucho más fácil ya que no se podía tener más confianza entre Sophie Giltmore
y yo.
-¿Ha dicho algo, señorita Cassel?
Dejé de sonreir al momento y vi cómo
Zelanzy se acercaba a mí pausadamente.
Ups.
Ups.
-No, nada. –le respondí lo más tranquila
que pude.
-¿Le parece bien el punto que vamos a
trabajar este curso? ¿O es demasiado mundano para la hija del director? –dijo
fríamente.
Apreté los puños en mis costados e
intenté no abalanzarme sobre él y darle un puñetazo en toda su asquerosa cara.
Más que nada porque me habría tumbado en 1 segundo.
-Me parece fantástico. –mascullé,
intentando sonar realmente eufórica.
No lo estaba para nada.
-Bien, bien –dijo satisfecho, restregándose
las palmas de las manos.- Porque yo hago los equipos –levantó la voz para que le escuchara todo el mundo.- Y
a usted –me señaló con su grasiento dedo. – le toca ir con el señor Bennet.
No. Me. Jodan.
-¿Qué? ¡VENGA YA! –oí como Ethan
protestaba también.
Maldito hijo de
puta. Ojala te caigas por las escaleras un día. Maldecí internamente a Zelanzy.
-¡No quiero ni una sola queja!
–respondió él- Haber tú, Giltmore, tú vas con el nuevo, el señor Obkey. Patel
chico con la otra Cassel…
Dejé de prestar atención a las parejas
que el sapo iba haciendo. ¿De verdad tenía que joderme todo un curso? ¿DE
VERDAD? El primer día de clase empezaba a apestar.
Me dí cuenta de que todo el mundo se
estaba colocando al lado de sus parejas y que Ethan y yo éramos los únicos que
seguíamos separados. Bien, yo no iba a moverme del sitio.
-Vale, ahora que estás los grupos hechos…
-Zelanzy se fue de nuevo al centro del gimnasio.- Empezaréis por ayudaros a
estiraros. Quiero un calentamiento bien hecho. Cómo vea a una sola pareja
quedarse quieta… -hubo quejas por parte de todos, pues siempre amenazaba con
los mismos castigos.- Oh, al cuerno, ¡empezad ya!
Seguía cruzada de brazos en el mismo
sitio. Me giré lentamente a mirar a Ethan.
Estaba a unos metros de mí, mirándome
alzando una ceja. ¿Qué intentaba decirme? ¿Qué el tampoco pensaba moverse? Las
demás parejas ya habían empezado.
Pero si hay algo en lo que no me gana
nadie es a ser cabezota.
-¡No os oigo quejaros! ¡y si no os oigo
quejaros es porque no estáis estirando bien!
¿Cuando pensaba este hombre dejar de
chillar?
Entrecerré los ojos hacia Bennet, que
ahora había empezado a dar golpecitos con el pie. Bien, se estaba
impacientando. Iba a mirar hacia otro lado, pero me percaté de que me estaba
vocalizando algo.
Quieres venir de
una jodida vez.
Más le valía no haber intentado decirme
eso. Le respondí de vuelta.
Ven tú, capullo.
A ver si se creía que le iba a hacer
caso. Él resopló impacientado.
-¡SERÁ POSIBLE! –Zelanzy casi hace que
salte del sitio del susto, literalmente. Estaba a unos pasos de mí.- ¡BENNET Y
CASSEL, SABÉIS QUE ME GUSTA LA COMPETITIVIDAD PERO COMO NO OS PONGÁIS DE UNA
MALDITA VEZ A CALENTAR OS VAIS FUERA DE CLASE!
No hizo falta, pues el sonido de la
campana resonó por todo el gimnasio y la gente ya estaba empezando a ir a los
vestuarios.
Sonreí burlonamente a Zelanzy y me di la
vuelta para irme a cambiarme.
-Ah, no tan rápido. –protestó el
profesor. Joder. – Debido a la productiva clase de gimnasia que habéis tenido
hoy, vosotros dos mañana por la mañana, a limpiar de matas el jardín trasero.
-Pero… -empecé a protestar.
-Zelanzy, yo no puedo, estoy medio malo
y …
-¡Ni una sola excusa, Bennet! ¡Os lo
habéis buscado vosotros solos! –se le empezaba a marcar demasiado la
mandíbula.- Ahora, ¡fuera de mi vista!
Me fui resoplando, pero Ethan me empujó
al pasar por mi lado.
-Muchas gracias Cassel, eres la reina de
los problemas. –me espetó.
-¿Perdona? Esto ha sido cosa de los dos,
idiota.
-Si no hubieses abierto la boca en
primer lugar, no te habrían puesto conmigo.
Desapareció por el vestuario masculino,
pero aún así le saqué el dedo del medio.
Esto era todo un récord incluso para mí;
el primer día, el primer castigo del año. Bien Crys, te estás luciendo.
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